Monday, May 13, 2024

13/05/2024

Puse la alarma más temprano de lo usual, ya que hoy tengo que quedarme en la casa, pero no hubo caso, igual terminé levantándome hora y media después de la cama, más que nada porque ya necesitaba ir al baño. Las disculpas correspondientes con la gata cuya comodidad tan profunda y somnolienta no merece ser perturbada por asuntos humanos, y me levanté.

Vi que la taza seguía sobre el escritorio, con el té que pretendía tomar anoche pero finalmente no volví a tocar luego de dejarla sobre el mueble. Ayer me dolía el cuello así que me recosté un rato con un guatero en el cuello, de guata en la cama. Recuerdo haber escuchado parte de un video sobre el trastorno límite de personalidad, y pensar "no, así no soy yo", con cierto alivio. El guatero hoy yacía en el suelo, a un costado de la cama.

Hay personas que no son capaces de ducharse en forma regular, no por no tener acceso a tan básico implemento, y hay personas para las que la ducha forma parte de una rutina perfectamente distribuida dentro de un bloque de tiempo acotado, uno de los bloques en los que organizan sus días y entre los cuáles van dando saltos, un mero trámite dentro de la vista panorámica del día. Para mi, ducharse no es lo uno ni lo otro, pero tampoco es un punto intermedio, más bien es un punto de inflexión, capaz de disipar las dudas más densas acerca del día y la vida en general, para reemplazarlas por una bruma tibia que llena los pulmones y relaja la respiración. Poder ducharse, tanto en el sentido de tener acceso a una ducha y tener la capacidad física y mental de realizar el acto de ducharse, me hace recordar que no todo está perdido y nada es tan terrible como creo, al menos por ahora. Claro, han habido periodos breves de tiempo en que la ducha quedó de lado, periodos de inestabilidad en la red de agua potable o en periodos de vacaciones en lugares donde no debiera importar mucho el no ducharse, pero estos son casos aislados que no vienen al caso ni logran cambiar la tendencia general.

Quedarse en la casa tiene aspectos negativos, sé que no podré avanzar casi nada en todo lo que tengo pendiente, tal nivel de distracciones hay y no puedo simplemente ir a un cuarto y cerrar la puerta, no puedo dejar a mi abuela sola demasiado tiempo, empezaría a sentirse abandonada y podría dejar, sin querer, abierta una llave de gas en la cocina, o dejar hirviendo por más del tiempo adecuado la coliflor, dejandola pulposa y poco apetitosa. Pero también tiene cosas positivas, puedo ver a las gatas ir y venir, puedo estar con la perra que siempre necesita estar con alguien, puedo tomar té sin preocuparme de todas las veces que tendré que ir al baño. Hay más cosas que ahora no recuerdo y con las que tal vez me reencuentre durante el día. 

Ah, sí, puedo dejar prendida la tele y escuchar un matinal, donde entrevistan a un ahora senador que dice haber sido abducido el año 2012, "Fui abducido" le dijo a un diario, "Llegó un viejo pelado chico a mi oficina" le indicó a otro medio, y remata con "Me trajo unos papeles secretos de la NASA". Es bueno reirse, mejor aún de cosas como estas.




Sunday, May 12, 2024

Hay olor como a porotos cocidos, y no se si será que se está terminando el gas de la cocina o de la estufa, por alguna razón ambos aromas son parecidos, porque porotos no estoy cociendo, aunque dicen que el gas licuado no tiene olor realmente, que le agregan un aditivo para que sea posible detectar alguna fuga gruesa, cuando no es lo demasiado importante como para poder oírla, aunque nunca he confirmado la veracidad de este mito asumido como real, pero eso sí, mito o no, un par de veces ese olor del gas, ese aroma como de porotos cocidos, me ha advertido del riesgo inminente de explosión o de hacer un Sylvia Plath involuntario, y siempre ha sido responsabilidad de otras personas, que dejan abierta una llave de la cocina o dejaron demasiado tensa una cañería en el calefont lo que terminó repercutiendo en una soldadura antigua que nunca había fallado antes, pero si hubiera tenido soplete la arreglo yo mismo, y si tuviera y supiera usar una soldadora, pucha, tantas otras cosas podría arreglar y ahora no puedo, y es que no tengo soplete ni máquina de soldar, tampoco tengo auto ni licencia de manejar, tres habilidades muy importantes hoy en día, saber soldar cañerias de cobre, soldar al arco y saber manejar, aunque si lo piensan bien, resulta absurdo lo extendido del saber manejar respecto a saber soldar, si en la ciudad al menos existen buses y trenes para llegar a donde quiera uno, pero cuando pasas a golpear una llave de paso y no tienes forma de contener esa presión, o cuando los pomeles de una puerta de fierro ceden por el óxido y la falta de lubricación, ¿Que hacer, porque tener que llamar a nadie cuando, al igual que caminar o abordar una micro, la solución es tan simple y natural?, absurdo el asunto, si según los precios actuales, un auto cuesta, no sé, 20 veces más que una maquina de soldar, y muchas veces más que un soplete y un rollo de soldadura, claro, me dirán que el auto lo usas todos los días, que soldar algo es una a las miles, y tal vez sea cierto, tal vez es esta casa la que está maldita o embrujada y por eso falla todo, pero viendo a la gente en los tacos, considerando los costos de la bencina los seguros los repuestos los permisos los aromatizantes y los adornos varios, considerando todas las clases de  contaminación a la que los autos contribuyen, atmosférica con sus gases y partículas, sonora con sus motores ingresando a las autopistas, visual con sus diseños faltos de carácter e identidad, considerando esto y otros aspectos que desconozco por no tener ni querer tener auto, me parece absurdo que no haya una maquina de soldar en cada casa, pensemos también en cuando fue la ultima vez que alguien murió soldando, comparemos los titulares inexistentes sobre personas fallecidas al encender un soplete con los cientos o miles de innegables titulares sobre accidentes de tránsito y delitos asociados, imposible que una maquina de soldar, por muchas ruedas que pueda tener, termine atropellando a perro gato o paloma alguna, sería demasiada la coincidencia, muy sospechoso resultaría, es así entonces que me resulta absurdo ver los domingos el pasaje lleno de autos estacionados, los hijos pródigos realizando la visita semanal de rigor, pero no encontrar nunca a nadie que le pueda prestar una maquina de soldar a uno en momentos de necesidad.
Cresta, ahora siento olor a guatero de goma.

Wednesday, May 8, 2024

Antipoemas breves, de "Hojas de Parra", por Nicanor Parra (1/3)


ALGUIEN DETRÁS DE MI

lee cada palabra que escribo
por encima de mi hombro derecho
y se ríe desvergonzadamente de mis problemas
un señor de bastón y levita

miro pero no veo que haya nadie
sin embargo yo sé que me espían




PARA ABREVIAR LA COSA

Para abreviar la cosa
dejo todos mis bienes
a beneficio del Matadero Municipal
a beneficio del Grupo Móvil
a beneficio de la Polla Gol

Y ahora pueden disparar si quieren




DESCORCHO OTRA BOTELLA

y prosigo mi baile de costumbre

estiro una pierna
que perfectamente podría ser brazo
recojo un brazo
que perfectamente podría ser pierna

me encuclillo sin dejar de danzar
y me desabrocho los señores zapatos
uno lo lanzo más arriba del cielo
otro lo hundo hondo en la tierra

ahora comienzo a sacarme el sweater

en esto oigo sonar el teléfono
me llaman de la señora oficina
contesto que seguiré bailando
mientras no me suban el sueldo




ANTES ME PARECÍA TODO BIEN

ahora todo me parece mal

un teléfono viejo de campanilla
bastaba para hacerme el sujeto más feliz de la creación
un sillón de madera - cualquier cosa

los domingos por la mañana
me iba al mercado persa
y regresaba con un reloj de pared
-es decir con la caja del reloj-
y las correspondientes telarañas
o con una victrola desvencijada
a mi cabañísima de La Reina
donde me esperaba el Chamaco
y su señora madre de aquel entonces

eran días felices
o por lo menos noches sin dolor




ESTO TIENE QUE SER UN CEMENTERIO

de lo contario no se explicarían
esas casas sin puertas ni ventanas
esas interminables hileras de automóviles

y a juzgar por estas sombras fosforescentes
es probable que estemos en el infierno

debajo de esa cruz
estoy seguro que debe haber una iglesia




TIEMPOS MODERNOS

Atravesamos unos tiempos calamitosos
imposible hablar sin incurrir en delito de contradicción
imposible callar sin hacerse cómplice del Pentágono.

Se sabe perfectamente que no hay alternativa posible
todos los caminos conducen a Cuba
pero el aire está sucio
y respirar es un acto fallido.
El enemigo dice
es el país el que tiene la culpa
como si los países fueran hombres.
Nubes malditas revolotean en torno a volcanes malditos
embarcaciones malditas emprenden expediciones malditas
árboles malditos se deshacen en pájaros malditos:
todo contaminado de antemano.




LA MUERTE SUPERSÓNICA

pasa a toda velocidad
en dirección al Asilo de Ancianos
sin concederme la menor importancia
como si yo fuera un adolescente de labios rojos
a sabiendas que soy su prometido
y que ya no hago otra cosa que bostezar

muerte evasiva - muerte displicente
eres la más coqueta de todas




NO CREO EN LA VÍA PACÍFICA

no creo en la vía violenta
me gustaría creer en algo - pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea


Tuesday, May 7, 2024

voy a bossanovear contigo

Anoche me puse a escuchar Pixies antes de dormir, partí con el Surfer Rosa. He estado escuchando harto Pixies después de ver y oír esa grabación de un recital de 1991, nunca había pensando en buscar "Pixies live" en Youtube. Son una banda que podría haber conocido hace mucho, años antes de cuando me tocó conocerlos, digo conocerles más allá de "Here comes your man" que es una canción muy popular, los podría haber conocido en los años de colegio, no porque algún compañero/a los escuchara, si no que por la pareja de una tia que tenía el Surfer Rosa en su pequeña y ecléctica colección de CDs. No recuerdo haberlo visto nunca escuchando alguno de esos CDs, quizá alguien se los regaló en parte de pago por un trabajo, el tipo construía piscinas, de esas que van en la tierra, enterradas. O tal vez fueran regalos de último momento, escogidos sin darle mucha vuelta al asunto. Lo que si creo que fueron parte de un pago, era esas reproducciones baratas de pinturas que por muchos años cubrieron las paredes de la habitación de mi tía, incluso después de haber terminado con el Pato. La diferencia de edad y carácter se mantuvo siempre, el fin era cosa de tiempo. 

Yo veía la carátula de ese disco, con la mujer de pecho descubierto, en blanco y negro o sepia tal vez, y me imaginaba una música horrenda, ochentera, de falsa afección, pensaba que eran la clase de banda que terminaba en la colección de un tipo que realmente no escuchaba musica, solo se explicaba su presencia por mero descarte y movimientos del azar. Pasarían varios años, hasta el 2009, cuando volvería a encontrar a los Pixies, el Doolittle para ser más precisos. Estuve un tiempo obsesionado con Hey, como es común en mi, eso de obsesionarse con una canción y escucharla decenas o cientos de veces. En ese tiempo deben haber sido solo decenas, ya que los MP3 funcionaban con pilas AAA y era común que estas se agotaran en el momento menos esperado y que no tuvieras monedas para comprar una nueva. Anoche no fui capaz de recordar porque llegué a ese álbum, nadie en la vida real me los recomendó y nunca me he topado con nadie que esté escuchando Pixies, a pesar que deben ser bien famosos entre la gente alternativa y seguidoras de El Club de la Pelea (aunque esa película ya no me gusta mucho). Tal vez fuera una de las personas con las que interactúe por Blogspot durante los años 2009 y 2010, a quien le gustaban los Pixies e incluso me dijo una vez que ya tenía su entrada para el recital que hicieron, supongo que el del 2010, con Kim Deal todavía presente. Esa misma persona también fue la responsable de meterme en el mundo del metal y sus variantes, sin sospecharlo nunca ella. Yo le mostré unos cuentos de Bukowski y canciones de Charles Manson que ella no conocía. Pasando y pasando, como versa el adagio popular. Otra persona con la que también interactuaba una vez mencionó un cuento en una de las respuestas que dejaba, y todavía no logro encontrar que cuento es. Hace poco, luego de haber vuelto a leer esa respuesta en particular otra vez, luego de meses o un par de años, me topé con el mismo cuento en el capítulo de un podcast, pero todavía no logro dar con el capítulo ni el minuto donde lo nombran. Malditas coincidencias, me zumban como mosquitos divinos buscando que abra los ojos ante la picazón de la curiosidad, pero yo solo las aplasto una por una, y las olvido, sus picadas ya no son más que marcas en la piel de origen olvidado.

De nuevo volverían a pasar años para que otra persona de la internet, ya en otra plataforma que evitaré mencionar por lo infame, compartiera una canción del Bossanova, quizá Velouria o Is she weird, y me estimulara a escuchar más de los Pixies. Ese album lo tengo en CD hace un tiempo, gracias a la feria y sus constantes bendiciones para conmigo. Por ese mismo tiempo debo haber escuchado también el Surfer Rosa y caído en cuenta que había perdido la oportunidad con el CD de la pareja de mi tía, hacían 10 años tal vez, y que incluso podría haber sido mío de haberlo intercambiado con mi primo por cualquier otro CD, así como cambiamos uno de Jimi Hendrix que tenía la pareja de mi tía, por el Morrison Hotel que tenía yo y que mi primo quería, ya que decía querer tener todos los discos de The Doors, no sé si alguna vez lo logró. A la larga yo salí perdiendo con ese intercambio, ahora que lo pienso, ya que casi nunca escucho Jimi Hendrix, pero jamás he dejado de escuchar The Doors, desde que tuve el primer CD pirata cuando iba en séptimo básico y la Mariela puso un CD suyo en la radio del curso, aunque no recuerdo si le pregunté directamente a ella por quienes eran o si lo deduje después con alguna pista que encontré por ahí. Tengo otro primo, mayor que yo y mi primer primo, un tipo alto y flaco, medio pailón, una vez me dijo que no le gustaban los Doors. Menos mal que ya nunca lo veo ni mucho menos hablo con él. Igual que Jimi Hendrix, ya nunca escucho Nirvana, que conocí mejor al mismo tiempo que Pixies, el 2009. Por suerte nunca compré ni intercambié ningún CD de Nirvana, como para tener que lamentarme ahora.

Volviendo a los Pixies, tuvieron que pasar otra vez años para darme cuenta que había otro disco que desconocía, el Trompe le Monde. Recién el año pasado una cabra que a mi me gustaba, pero es probable que yo no tanto a ella, no lo suficiente al menos como para haber sido honesta desde un comienzo, me compartió un día la canción del mismo nombre preguntando si me gustaban los Pixies, y yo pensé que debía ser de un disco reciente o algo así. Perdido total.

Anoche me puse a escuchar el Surfer Rosa, pero creo que me quedé dormido a la mitad de Vamos, me faltó poco para escucharlo por completo antes de dormir. Luego creo que desperté en el coro de Hang Wire, y luego definitivamente en Trompe Le Monde. Me parece raro no haber despertado en ningún punto de el Doolittle, quizá Trompe Le Monde me resulta más significativa o quizá solo sea que caigo sin demora en un sueño profundo, del que emerjo 17 canciones después. Hoy escuché de nuevo el Surfer Rosa, completo, luego el Bossanova, el Trompe Le Monde y creo que el Doolittle también. ¿Por que lo hice? Ni idea. Luego, anoche, no hoy, me puse a escuchar unas canciones de Roberto Carlos, por la proximidad de las carpetas más que nada, salté al poco rato hacia las canciones sueltas, su visita de rigor a 2022 por las madrugadas, y luego subí hasta Y si no Fuera, para intentar adoptar una postura más positiva antes de volver a dormir de una vez por todas.

Tengo que dejar de realizar este ritual absurdo de dormir escuchando música, esperando despertar en alguna canción que entonces me parecerá increible por lo alterado de la audición y la conciencia cuando uno está a medio camino entre el sueño profundo y la vigilia, esa que arde en los ojos.


*****


Los momentos antes de los múltiples Ride Ride Ride Ride y los Ride Ride Ride Ride que se sienten con anticipación en River Euphrates, generan una extraña alegría.



Sunday, May 5, 2024

Me gustaría ser capaz de escribir un relato sobre:

1) La mujer que atiende en la botillería, la menor de dos hermanas que se terminaron haciendo cargo del negocio luego que sus padres envejecieran y que ahora es probable que sean las dueñas, al encontrarse fallecidos tanto la madre como el padre. La hermana mayor tiene problemas de salud, le cuesta un poco caminar, así que ya nunca se le ve atendiendo, siempre es la hermana menor o la que pareciera ser una prima de ellas, o quizá alguna familiar algo más lejana, no se parece en nada a las dos hermanas. La hermana menor tiene un atractivo extraño, tal vez sea su voz que es tersa y decidida, y es que lo ondulado y el color de su cabello me parecen algo artificiales, además su rostro no tiene rasgos distintivos. Ella siempre está escuchando música, ochentera o de cantantes del estilo de Camilo Sesto. Me da la impresión de estar soltera, de no tener pretendientes ni ella estar detrás de nadie, pero que va a saber uno. Recuerdo una vez que la encontré hablando con un hombre que llevaba lentes de sol sobre la cabeza y tenía un poco de barba, el hombre le contaba de un altercado que había tenido recientemente en la calle, del cuál había salido airoso o al menos haciendose respetar, y ella lo escuchaba con atención y reía, casi como riendo a próposito para llamar la atención de él, pero el hombre hablaba como hablandole a una amiga nada más, y cuando la historia hubo concluído, se despidió y se retiró llevando consigo lo que había comprado, un pack de cervezas Corona (ni idea que verá ella en él). En la botillería siempre está una gata vieja y gorda, una gata carey, que a mi ya me conoce y a veces me sigue cuando está mirando por la reja en las mañanas que me toca pasar por ahí, cuando tengo que ir al consultorio, o al mediodía, cuando la botillería todavía no abre. No habría un tema para el relato, sería solo describir las impresiones de dicha mujer respecto de su propia vida, de como terminó a cargo de un negocio como es una botillería, siendo que tal vez hubiera querido otra cosa, que realmente no le gusta estar sentada ahí a la espera de clientes, a pesar que se lleva bien con la mayoría y todo el mundo la conoce. Siente que ha dedicado demasiado tiempo y energía a algo que solo le entrega los medios de subsistencia y un poco más, siendo que esto mismo sería posible de ser realizado de muchas otras formas. Le preocupa que, en caso que alguien más compre el local, le cambien el nombre, que es el nombre de su padre, Botillería Don Lalo, o que la cierren. A pesar de todo, sigue viendo a la figura de su padre sentado donde ella misma está sentada ahora, atendiendo y hablando con los clientes, hombres que también ya fallecieron hace mucho, y ella lo ve siendo una niña que nunca pensó en el día en que su padre fallecería, que nunca pensó que luego sería ella quien tendría que pasar horas y horas sentada detrás del mismo mueble, con la misma gata, queriendo estar en otro lugar, donde nadie supiera quien era ella ni quien había sido su padre.

2) Un hombre que sale todos los días, de lunes a viernes, se entiende, a la misma hora en la misma estación de Metro y, casi siempre, por la misma puerta de salida. En una ocasión, en que le toca volver más tarde a su casa, se topa con alguien que está esperando para pasar por las puertas de salida y evitar pagar el pasaje, alguien que ya no está en edad de saltar torniquetes ni escapar de guardias. Y el hombre que protagoniza el relato, que no es una persona dada a quebrar o siquiera torcer ley alguna, siente el impulso de dejar su mano afirmando la puerta más del tiempo usual, y con una mirada de complicidad se logran entender él y el hombre que esperaba, y este último pasa rápido por su lado y se pierde bajando las escaleras. Pasarían varios días o semanas antes que nuestro protagonista vuelva a ver modificada su rutina usual, pero esa noche no se encontró con el hombre evasor. Sigue pensando en él, en que estado estará la vida de dicho hombre, que parece tener entre 30 y 40 años y tiene que andar metiendose a la mala al Metro. En una tercera ocasión lo vuelve a encontrar, y se miran antes que él llegue a las puertas, y el otro hombre entiende y se dispone a cruzar raudo, pero ahora, a diferencia de la primera vez, el hombre le sonríe y cree que le dice "gracias" al pasar junto a él. El protagonista es un hombre muy solo, por eso mantenía una rutina tan estable, de la casa al trabajo y luego de vuelta, siempre a la misma hora, el mismo recorrido, nunca un desvío, nunca un encuentro sorpresivo, nada, y en el hombre evasor cree haber encontrado una chispa, pequeña, sí, pero que le enciende un fueguito y un gusto por la vida que creía haber perdido, representa para él una mezcla entre una rebeldía comedida y huidiza, con una camaradería pura que rara vez ha encontrado él en sus colegas en el trabajo. Ahora busca las formas de desplazar su horario, realiza tareas adicionales que van más allá de sus responsabilidades contractuales, en otras ocasiones incluso llega a realizar pequeños errores a propósito con el fin de prolongar sus jornadas laborales. Ahora el hombre evasor no solo le da las gracias cada vez que se encuentran, ahora, luego de un par de meses viviendo ambos esta complicidad que nació de manera fortuita pero que nuestro personaje ayudó a cimentar, si no que el hombre también le da un palmoteo rápido en el brazo izquierdo al pasar, dos palmoteos suaves, testigo indiscutible de una amistad, breve, curiosa, pero amistad a fin de cuentas. Nuestro protagonista siente que forma parte de la vida de alguien, que ayuda a alguien más y que el riesgo vale la pena, y es que cualquier guardia que se tomara el tiempo de revisar las cámaras, notaría que las meras coincidencias tienen su límite y que los patrones siempre terminan delatando la presencia de alguna especie de voluntad, humana o divina, eso no se sabe, pero lo que está claro, es que ya no son meras coincidencias, que es necesario investigar. Al protagonista, que en su soledad ha olvidado lo que significa ser amigo de alguien, se siente cómodo con lo límitado de sus interacciones con el hombre evasor, con eso le basta y sobra, y la dosis alegría que recibe en cada uno de sus encuentros la va racionando en forma cuidadosa, para que le dure lo que tenga que durar, hasta el próximo encuentro. Pero un día todo esto se va al tacho de la basura, cuando ve al hombre evasor pagando su pasaje. El otrora evasor no ve a nuestro personaje, quien se queda unos momentos sin saber como reaccionar, de pie frente a las puertas de salida, sintiendo como el peso de la traición se va asentando en sus hombros, pero alguien que esperaba detrás de él lo pasa a llevar, medio a próposito medio sin querer, al pasar a su lado para usar otra puerta, y nuestro protagonista reacciona y sigue su camino. Ya no vuelve a toparse con el hombre evasor, no sabe ni le interesa saber si es que por fin pudo solucionar algún problema que pudiera tener y que lo hacía necesitar ahorrarse el pasaje del Metro, no le interesa porque se siente traicionado, así de egoísta se ha vuelto luego de pasar tantos años de soledad. Ya no tiene sentido perturbar sus labores en el trabajo, ya no hay necesidad de volver más tarde a casa, pero el retomar la antigua rutina le hace sentir que todo esto es absurdo, siente el vacío en cada una de sus acciones, se traba al hablar con sus colegas y tiende a perder el hilo de lo que está diciendo o pensando. Un día, en que ya no puede tolerar más la tibia comodidad de su vida, decide que será él quien trasgreda las normas, quien llevara un tímido fuego a escondidas de las autoridades y sus agentes. Un día vuelve más tarde a la misma estación de siempre, y se apoya en la pared frente a las puertas de salida, aparentando esperar a alguien o estar haciendo hora para ir a algún lado. Mira a la gente que sale, pero nadie le inspira confianza. Cada minuto que pasa hace menos creíble que esté esperando a alguien, y sabiendo que solo él puede tomar esta decisión, se abalanza para intentar cruzar la puerta de salida que una mujer empieza a abrir, pero él es torpe y frío, pasa a llevar a la mujer al pasar junto a ella, quien, con justa razón, cierra de un golpe la puerta, déjandolo atrapado por la confusión y lo repentino de la situación, por el tiempo suficiente como para gritar llamando a un guardia. Él no sabe que hacer, y se queda parado entre ambas puertas, sintiéndose traicionado una vez más.

3) Sobre la pelea entre un curaito que deambula con el barrio, y otro hombre que nadie sabe bien que le habrá pasado, pero que desde siempre, vive caminando sin parar dando vueltas a la manzana. No vive en la calle, pero huele a orina y desde hace un tiempo tiene un perro que lo sigue en su andar sin fin, nadie sabe tampoco de donde llegó el perro. De alguna forma se establece un malentendido entre ambos, seguro gatillado por una recaída del hombre alcohólico y alguna especie de sentimiento de envidia, ante la ayuda que recibe el caminante de parte de algunos vecinos y vecinas, quienes le dan pan y agua. El alcohólico termina empujando al caminante, quien cae de espaldas luego de trastabillar y se golpea la nuca contra el borde de la vereda. El perro le ladra sin parar y trata de morder al alcohólico, quien se echa a correr, como puede, de vuelta a donde sea que duerma. Nadie presenció su delito, ya que es de madrugada, el caminante no conocía de horarios, se le podía ver a cualquier hora del día, bajo la lluvia o bajo el sol ardiente de los últimos veranos. A la mañana siguiente, no sobrio pero menos borracho, le toma el peso a lo que hizo la noche anterior, y a pesar de no sentir culpa o no demasiada, se da cuenta que tiene que irse de ahí, buscar otro barrio donde vivir, pero la cosa está dificil, hay demasiada presión en las calles para usar los pocos espacios habitables, si podemos llamarles habitables a los recovecos de la ciudad donde es posible parar unos cartones o amarrar unas frazadas, la economía está mala, tanto en este país como en el resto del continente, y él no es alguien violento en realidad ni tiene el porte como para luchar por un espacio, anoche solo fue que se dejó llevar por la rabia y el caminante resultó ser más frágil de lo que parecía, o tal vez tuviera los cordones desatados y por eso terminó en el suelo, ni siquiera sabe si está vivo o muerto. Mientras piensa sin saber que hacer y a donde ir, llegan dos policías y le preguntan su nombre y lugar de domicilio, casi con malicia ya que resulta evidente que vive ahí mismo donde lo encontraron, y es que el alcohólico no sabía ni tenía como saber que una de las casas en la calle donde ocurrieron los hechos tenía cámaras, que si bien no registraron el hecho mismo de su delito, si permiten situarlo en los momentos en que se puede suponer que ocurrió la caída del caminante, también una vecina dijo escuchar algunos gritos que le parecieron corresponder a la voz de un hombre alcohólico que a veces pasa en las noches hablando solo y que algunos días ve parado fuera de la carnicería que está a la vuelta, aunque no sabe muy bien para que se queda parado ahí. El hombre alcohólico se deja llevar para ser interrogado, y cuando lo dejan solo en la sala de interrogación, saca una hoja de afeitar, de esas antiguas, las de doble filo y que vienen envueltas en papel encerado, que siempre llevaba metida en el zapato, pensando que le serviría para defenderse pero que nunca había necesitado usar en realidad, y se corta las venas de la mano derecha. La herida es lo suficientemente profunda y los policías se demoran el tiempo necesario para que el hombre alcohólico fallezca ahí dentro. El relato finaliza narrando como los vecinos eriguen una animita en honor al caminante, humilde pero sentida, mientras que un camión municipal retira los vestigios de la que fuera la vivienda del hombre alcohólico.

Saturday, May 4, 2024

enumerando

En mi habitación hay:

1 botella de Cristal juntando polvo, destapada y sin vaciar

2 hojas de diario arrugadas, que secan mis zapatos por dentro

3 lámparas LED, ya todas las de tungsteno se quemaron

4 patas en la cama, la silla y la gata (la cola no cuenta)

5 libros científicos a los que hace tiempo no les veo más que el lomo

6 paneles de plumavit conteniendo el cielo y la noche alquitranada

7 pares de audífonos negros y gastados, casi tan viejos como yo

8 horas de sueño, cuando Diosito se acuerda de mi

9 calcetines guachos, con sus correspondientes reflejos tal vez enterrados por ahí

10 pares de dedos, helándose por gusto mientras cuento cosas a mi alrededor

11 chúpalo entonces

12 libros que desearía nunca haber comprado y que pareciera ya nunca podré vender

13 nada, por la mala suerte

14 metros cúbicos de aire, que tendrán que durarme toda la noche

15 pésimos poemas guardados en un cajón, que no me he decidido todavía a quemar

16 espacios disponibles en cada lado de un organizador de CDs vacío 

17 minutos gastados buscando 17 cosas que no existen

18W de potencia nada más en cada parlante, para no despertar a nadie

19...19...ehhh...déjemoslo hasta aquí no más por hoy

Friday, May 3, 2024

en circulos


Parte crucial de ser humanos,

Es creer que los bosques

Necesitan senderos y pasos canalizados.

Es estar convencido, de páramo a tálamo,

Que la música debe ser algo más que el

Crujido de las hormigas o el levitar de la estática.

Tan humano que es, el llorar viendo las mariposas volar 

de ladrillo en ladrillo,

y aún así, huir del barro y el polen.

Acaso será humano, el mirar preocupados los carteles

de perros perdidos, que están pegados junto al negocio

donde hacen una entraña exquisita que te gusta

disfrutar cada fin de mes.

Entraña, extraña palabra para designar un músculo

Que soliera participar en conformar y sostener 

aquello que conocemos como una vaca.

Muy humano resulta el juego de las palabras, armar laberintos                                                         circulares

redundantes y metafóricos

donde poder guardar un silencio más profundo, que reside ahí

en nuestras entrañas intactas 

y poder olvidar así

el hecho mismo de nuestra humanidad.



*****


Ayer me asustó un rincón en el vagón del Metro, se ocultaba hundido entre chaquetas y bufandas la visión miope de un fantasma.

Me aterró hoy, la estatura precisa y lo negro del cabello de un ánima de mediodía que se apareció de pronto, como buscando su animita descuidada.


13/05/2024

Puse la alarma más temprano de lo usual, ya que hoy tengo que quedarme en la casa, pero no hubo caso, igual terminé levantándome hora y medi...